Hace algunos días me encargaron ir a un lugar no muy lejano por un paquete. Aquel lugar no era muy grande; sin embargo, tenía las paredes blancas con un poco de salpicadura de líquido rojizo. Además, del techo colgaban masas amorfas que goteaban sangre. Había una mesa donde se encontraban varias herramientas filosas. A cada rato se escuchaba el chillido de los cuchillos enterrándose hasta penetrar el hueso. Había un hombre, el cual volteó a verme y con una extraña sonrisa me dijo: “¿Qué va a llevar damita?”. Era un carnicero.
Hoy les contaré de Rodolfo Fierro quien fue “El Carnicero” de la Revolución Mexicana, ya ven que se acerca el Centenario yo todo eso jaja, además según yo está padre... (lo use para TAEV).
Nació en el Fuerte, Sinaloa en 1880 sin saber que después se convertiría en uno de los hombres de más confianza de Pancho Villa. Había sido garrotero y ferrocarrilero antes de ingresar al ejército de la División del Norte para pelear en la Revolución Mexicana. Cuando estalló la Revolución Constitucionalista contra Victoriano Huerta, Fierro entró como militar en las filas de Tomás Urbina, siendo un hombre alto, fornido, de buena presencia, audaz y valiente, por lo cual llamó la atención de Villa ya que además de todo era temerario hasta la locura pues no tenía miedo a la muerte y se dice que ésta era la razón por la cual no tenía miedo a matar.
Rodolfo Fierro conoció a Villa en 1913 cuando varios líderes se reunieron para darle la División del Norte a Pancho Villa. Éste último puso a prueba a Fierro, ya que debía parar un convoy con tropas federales que intentaban huir. Sin titubear, Fierro mató al conductor del convoy, lo paró y pudieron tomar como prisioneros a las tropas federales. Este fue el inicio para que Rodolfo Fierro fuera considerado el brazo derecho de Villa, ya que siempre fue su hombre más leal.
Pancho Villa le confiaba comisiones en las que se necesitaban pocos o ningún escrúpulo pues era cruel, despiadado y violento, capaz de hacer cualquier cosa por mantener feliz a su jefe. Villa lo tenía a su lado para las misiones especiales; esto es, no ensuciarse las manos ejecutando a los amigos y enemigos.
Rodolfo Fierro, siempre obediente, sumiso y temerario, la sangre parecía darle más furia a su adrenalina y “El Carnicero” fue el apodo que le dieron gracias a los 300 prisioneros que mató con sólo dos pistolas en “La Fiesta de las Balas”. Su bebida favorita era el whiskey; una copa era el elemento clave para matar: no era para darse valor, sino que lo ponía de un mejor humor ya que con una risa diabólica y pistola en mano no dudaba ni cuestionaba a nadie, simplemente metía tiros.
De esta manera, la vida de alguien sangriento y cruel, marcada por la muerte debe terminar igual. Muchos de los hombres de confianza de Villa lo fueron abandonando, por tal motivo Fierro tuvo que matar a su compañero y amigo Tomás Urbina. La mayor parte de los hechos sanguinarios cometidos por Fierro no eran inspirados ni ordenados por Villa sino que eran por puro placer de “El Carnicero”. Llegó el día en que los villistas iban perdiendo, así que Pancho Villa ordena a Fierro retirarse hacia el norte para reorganizarse, por lo tanto las tropas se cruzan con la Laguna de Guzmán así que intentan rodearla. Fierro no tiene tiempo e intenta pasar a caballo; sin embargo, el peso de su cargamento es muy grande por lo que su caballo se enreda con la vegetación. Rodolfo Fierro, el Carnicero se ahogó en esa laguna y su cuerpo jamás fue encontrado.
Podríamos decir que Fierro fue un hombre muy malo y cruel; sin embargo, como diría Luis Aguirre Benavides –secretario de Villa- Rodolfo Fierro “era sumamente útil en aquel medio siniestro, en el que eran necesarios hombres valientes, decididos y sin ningún escrúpulo de conciencia, para llevar adelante los designios, con frecuencia injustos y equivocados del jefe de la Revolución en Chihuahua”.
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